R. J. Palacio
Nube de Tinta 2012
ISBN: 9788415594024)
414 pág.
Sinopsis:
Su cara lo hace distinto y él solo quiere ser uno más. Camina siempre mirando al suelo, la cabeza gacha y el flequillo tratando en vano de esconder su rostro, pero, aun así, es objeto de miradas furtivas, susurros ahogados y codazos de asombro. August sale poco, su vida transcurre entre las acogedoras paredes de su casa, entre la compañía de su familia, su perra Daisy y las increíbles historias de La guerra de las galaxias.
Este año todo va a cambiar, porque este año va a ir, por primera vez, a la escuela. Allí aprenderá la lección más importante de su vida, la que no se enseña en las aulas ni en los libros de texto: crecer en la adversidad, aceptarse tal como es, sonreír a los días grises y saber que, al final, siempre encontrará una mano amiga.
Hace mucho tiempo que tenía ganas de leer la historia de August. Sabía ligeramente de que trataba y había oído hablar maravillas de él. Lo empecé a leer a sabiendas que es un libro enfocado a un público juvenil, aunque tras haberlo terminado creo que es altamente recomendable tanto para jóvenes como para adultos. Transmite una serie de valores universales que cualquier joven tendría que tener y cualquier adulto debería recordar.
Como digo es un libro de lectura fácil, ágil y sencilla, ideal para jóvenes lectores. Alterna varios narradores en primera persona, el principal es August pero conocemos también la opinión directa de otros niños amigos suyos y algunos adolescentes. Creo que esta opción de la autora aporta credibilidad, hace que a la historia fluya y consigue involucrar más al lector.
El libro me ha llevado a la reflexión sobre mi vida actual, sobre si lo que veía tan claro durante la lectura es lo que realmente aplico en mi vida diaria ya sea en la tolerancia o la aceptación de lo que claramente es diferente y en aquellos aspectos que tal vez no sean tan aparentes a simple vista pero que puedan verse afectados. También me ha transportado a la primaria donde viví una situación parecida, en clase tenía dos niños con necesidades especiales y agradezco infinito todo lo que me enseñó compartir varios cursos con ellos. Sé que había padres que no los querían en clase con sus hijos por si les podían retrasar pero también sé que muchos otros salían y defendían el derecho que tenían como todos los otros niños de la clase. Sé que su vida no era fácil, pero también sé que cuando otros niños se metían con ellos toda la clase les defendíamos sin dudarlo. Todo el mundo necesita una lección de August en su vida y me ha gustado mucho recordarlo tantos años después.
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